Primero aclarar que las palomas no se utilizan para enviar mensajes
indistintamente a un destino u otro. No operan como las lechuzas de los
aprendices de brujo. Son unidireccionales: vuelven a casa.
Las palomas fueron utilizadas antiguamente para llevar mensajes (pergaminos enrollados en una pata o en el interior de un tubo) de un lugar a otro.
Pero algún curioso se preguntará: ¿cómo se orientan? ¿cómo hacen para
reconocer el destino? ¿por qué ese afán en llegar a destino?
El rasgo distintivo de las palomas mensajeras es su peculiar instinto
de orientación, tan perfecto como el de las aves migratorias. Una vez
adaptada a un palomar, si la paloma es llevada lejos del mismo, es capaz
de regresar al ser dejada en libertad, aunque tenga que recorrer
centenares de kilómetros.
Hay muchas teorías al respecto de cómo hacen para orientarse y,
aunque no se sabe con exactitud, estamos en disposición de explicar con
bastante precisión como lo hacen: no utilizan un único método.
Se ha observado que si el cielo se nubla la paloma tiene problemas de
orientación, por lo que la luz solar le es necesaria para orientarse.
Es más, la paloma mensajera tiene muy desarrollado su reloj biológico
acorde con la latitud en la que se cría, de forma que tiene todos sus
ritmos vitales adaptados a la intensidad y duración de la luz de ese
lugar para cualquier época del año. Así, al soltarla dirige su vuelo en
la dirección en la que el Sol mostrará la adecuada posición aparente a
la hora del día y época del año que la paloma recuerda.
Otras observaciones han detectado que la paloma se desorienta si se
le tapa el ojo derecho, lo que no ocurre si se le tapa el izquierdo.
Este hecho, unido al descubrimiento de magnetita en su pico refuerza la
suposición de que estas aves perciben el campo magnético terrestre y de
que esta “brújula” está ubicada en el mencionado ojo. O lo que es lo
mismo, el sentido de la orientación está regido por un solo hemisferio
cerebral. El compás químico en el ojo podría ser responsable para la
determinación de la dirección, mientras que las partículas de magnetita
en el pico, para la intensidad del campo magnético, en un funcionamiento
complementario.
Las palomas mensajeras usarían ambos métodos al unísono para cubrir
las largas distancias, pero una vez en las cercarías de su destino
usarían su memoria topográfica, un sentido más evidente basado en el
reconocimiento previo de puntos fijos como edificios, ríos, valles
o arboledas.
Nota sabionda: Las palomas mensajeras pueden llegar a
alcanzar los 1000 metros de altura y en un día son capaces de recorrer
hasta unos 800 kilómetros.
Nota sabionda: Por su participación en conflictos bélicos llevando mensajes, existen palomas condecoradas por méritos de guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario