martes, 22 de julio de 2014

DIFICILES DE DETECTAR Y DERRIBAR

Así servían a España las palomas mensajeras antes de que Defensa las licenciara

La gestión y control de las palomas mensajeras implica un coste de personal y material al parecer innecesario para un Ministerio que sufre, año tras año, un recorte presupuestario. Por B. de Ugarte
Esta semana, el Ministerio de Defensa ha retirado los galones a las palomas mensajeras. Tras siglo y medio de servicio al Ejército, han sido jubiladas de forma definitiva. Queda derogado pues el Real Decreto de 1983 que regulaba la “tenencia, cría, educación, anillado de las palomas mensajeras”. Hasta ahora, Defensa realizaba un control estricto y un registro riguroso de los palomares de nuestro país para que, en caso de guerra, los mandos militares pudiesen activar a estos reservistas alados dispuestos a prestar un servicio intachable a España.




Desde la Antigüedad han constituido un medio de comunicación estratégico para faraones, emperadores, reyes, cruzados, gobernantes, comerciantes, financieros, periodistas y hombres de la guerra. Incluso Noé, desde su arca, empleó una paloma para recibir el mensaje que tanto esperaba. Siete días después de que la primera paloma que lanzó regresara a él, volvió a enviarla y regresó con un ramo de olivo. “El Diluvio había cesado”, le indicó este pequeño animal que volvería a enviar de misión de reconocimiento y que nunca más volvería a ver.

Fue en ese momento cuando la paloma dejó de ser mensajera ya que, a no ser que muera, toda paloma vuelve, pase lo que pase, a su sitio de procedencia, a su palomar de origen.


Desde su nacimiento han sido educadas por los colombófilos. Explica a EL IMPARCIAL, el vicepresidente de la Federación Colombófila de la Región de Murcia, José Ramón Castro, “antes de que cumplan diez días de vida, les colocamos una anilla identificativa personal e intransferible en la pata que nunca podrá ser sustituida por otra”. Al principio, el pichón realizará sus primeros pinitos dentro del palomar: salta, mueve las alas… 

Después, y siempre antes de comer, se la sacará fuera de su “casita” y el pichón, de naturaleza cobarde, buscará instintivamente la forma de regresar cuanto antes al palomar. La trampilla de entrada estará siempre abierta, de forma que el pichón va cogiendo confianza. Y así, poco a poco, la paloma va realizando vuelos cada vez más largos, sabiendo siempre donde está su “casa”, a la que volverá en busca de atenciones y comida. Cada día y a la misma hora realizan en ayunas sus entrenamientos, supervisadas por su dueño.





En caso de guerra o de ejercicios tácticos, la Unidad de Transmisiones del Ejército reclutaba a las palomas de los colombófilos civiles. En jaulas viajaban junto a las tropas y cuando los telégrafos se estropeaban, cuando el fuego de artillería había dañado el puesto de comunicaciones, o cuando las interferencias saboteaban el servicio de radio y de telefonía, las valientes palomas entran en acción. Ataviados con el preciado mensaje en sus patas o alas, estos alados correos eran lanzados por los soldados desde el frente. Las graciosas mensajeras conseguían atravesar las trincheras y cruzar el campo de batalla del enemigo sin ser derribadas. “Una paloma es mucho menos detectable que cualquier otro tipo de instrumento de comunicación y más difícil de derribar que cualquier avión”, señala José Ramón Castro.

Para cumplir su misión, pueden volar durante horas y recorrer miles de kilómetros a una velocidad más que sorprendente, 81 kilómetros por hora. A modo de ejemplo, una paloma llevó su mensaje desde Lérida a Lisboa en menos de un día.


Su fidelidad les hará entregar su mensaje en su palomar de origen. Previamente, el Ejército había encargado a un soldado, el llamado soldado palomero, hacer guardia frente al palomar para recoger los correos traídos por estas admiradas colaboradoras de las Fuerzas Armadas. 



Una vez recibido, el soldado palomero ejercía de cartero en tierra y llevaba la preciada comunicación a la autoridad militar competente en la zona.

Pero, ¿cómo consigue la paloma orientarse y llevar el mensaje al receptor correcto? Los expertos atribuyen a las palomas un sexto sentido, un órgano brújula situado en el oído y que emplea ondas magnéticas para dirigirla hacia su palomar de origen. Esta brújula interna le permite corregir la dirección a lo largo del vuelo.

Cuando está sobrevolando su palomar, la paloma reconoce el espacio aéreo que ha sobrevolado durante toda su existencia hasta el momento en el que fue convocada para la guerra y, como hacía tras su entrenamiento cotidiano, regresa a su palomar a por la merecida ración de alpiste.

En la era de Internet y de las telecomunicaciones, el Ministerio de Defensa considera que las palomas mensajeras no tienen utilidad para las Fuerzas Armadas. “En la actualidad, -indica el Departamento de Chacón en la disposición publicada el pasado lunes en el BOE- las nuevas tecnologías de los sistemas de telecomunicaciones e información cubren eficazmente todas las necesidades de enlace de la Defensa Nacional, lo que ha originado que la posible utilización de las palomas mensajeras como medio de transmisión haya dejado de tener interés para la Defensa Nacional”.

Pero además, detrás de esta decisión subyace una razón puramente económica. La gestión y control de las palomas mensajeras implica un coste de personal y material innecesario para un Ministerio que sufre año tras año un recorte presupuestario alarmante.

La decisión tomada por Defensa ha entristecido a los más nostálgicos de la historia de la milicia y ha enfadado a algunos colombófilos como José Ramón Castro que se siente abandonado a su suerte ya que, de momento, no le ampara ninguna norma.

Las palomas siguen siendo todavía empleadas por otros Ejércitos. En la guerra del Golfo, relató Castro a este periódico, algunos soldados de Estados Unidos llevaban consigo palomas para estar atentos a posibles ataques NBQ (nuclear bacteriológico químico). “Si la paloma moría, ellos se ponían la máscara anti gas y salvavan la vida”, explica.

Pero hay más. A pesar de que con Internet los mensajes llegan más rápido que nunca, lo cierto es que en algunos lugares del mundo, en Sudáfrica por ejemplo, una paloma puede entregar incluso un mensaje antes de que llegue a su destino vía correo electrónico

Así se comprobó en septiembre de 2009, cuando una empresa de comunicaciones de la ciudad de Durban equipó a una paloma con un pen drive de 4 GB y la puso a competir contra el servicio de ADSL de Telkom, la compañía de telecomunicaciones más importante del Sudáfrica. Winston, la paloma, entregó el mensaje al cabo de dos horas tras haber recorrido 1,6 kilómetros mientras que el ADSL había conseguido transmitir al ordenador de destino el cuatro por ciento de la información.

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